Azken berriak

De emociones, sirimiri y feminismos

¿A golpe de qué se transforma el mundo? ¿Qué fuerzas nos impulsan al cambio? ¿Qué acontecimientos hacen que despertemos, reaccionemos?.

 

Podemos abrir un gran debate sobre ello, pero ha habido una serie de acontecimientos relacionados con las mujeres y las violencias que sufrimos, que han supuesto un antes y un después a nivel social.

 

La movilización y concienciación social se acelera cuando se dan situaciones que conectan emocionalmente con una gran parte de la sociedad, que se indigna y encoleriza, que se arma de razones y de energías para reivindicar, exigir, protestar, arropar, proteger y hacer red. Y en Iruña sabemos de esto.

 

Estas sacudidas brutales ponen en marcha movimientos y reflexiones (quizá nuevas, quizá silenciadas) que nos impulsan al cambio, personal y social; tienen la capacidad de elevar al papel de protagonista nuevas maneras de entender, de mirar y de construir. También existe el peligro de dejarnos arrastrar por las emociones más primarias, que la rabia, el hartazgo y la sensación de injusticia nos hagan olvidar los valores y principios por los que ya habíamos apostado. 

 

Pero quedémonos con lo excepcional; con estos movimientos que surgen o toman protagonismo en momentos en los que ocurren situaciones dramáticas. Son buenos tiempos para los feminismos. Es innegable una de sus mayores virtudes, ese cuestionamiento constante sobre lo establecido, ponernos delante de nuestras propias contradicciones, alertarnos de determinadas conductas y mentalidades que por tantas veces vividas y sufridas las hemos considerado normales, o nos hemos resignado a ellas.

 

Necesitamos movimientos fuertes, activos que nos alerten de lo que ya nos hemos acostumbrado a ver, que miren con otros ojos, que cuestionen dónde ponemos el foco, que visibilicen las desigualdades y nos sacudan cuando las minimizamos. Porque son tantos los mensajes que normalizan las desigualdad que la hemos interiorizado y la reproducimos. Como el sirimiri, que para cuando te das cuenta te ha calado hasta los huesos. 

 

Y necesitamos trabajar en la prevención y en la formación, y en construir nuestras identidades desde valores más igualitarios, menos polarizados, más justos para unos y otras. Si apostamos firmemente por programas de prevención de las violencias, por construir relaciones más igualitarias basadas en los buenos tratos, cuestionando la rigidez de determinados modelos, para que actúen como factores protectores, estaremos mejor capacitadas y capacitados para prevenir relaciones de violencia sexista. 

 

Educación para la ciudadanía era un espacio propicio para ello; no volvamos a perder oportunidades y sigamos en la tarea. Los movimientos feministas seguirán alerta. 

 

Olga Risueño, Iñigo Rudi (Portavocía de Batzarre)