Batzarre ante los Presupuestos Generales de Navarra 2020. Por Olga Risueño, Iñigo Rudi y Patricia Abad, portavocía de Batzarre.
Lo más criticable de cómo afrontó la derecha la grave crisis fue que pese al aumento vertiginoso del paro, la pobreza y las desigualdades sociales, respondió como únicamente sabe: seguir despilfarrando recursos en grandes infraestructuras ruinosas y aplicando duros recortes en cuestiones básicas como las políticas de empleo, la sanidad, la educación, la atención a la dependencia y a las familias, etc.
Para hacernos una idea de la enorme dimensión de los recortes sociales basta con dar un dato: En la legislatura 2011-2015, los Presupuestos Generales de Navarra se redujeron en torno a 1.000 millones de euros, un 25% del total aproximadamente.
Ante este panorama, la prioridad más central y sincera del cuatripartito en 2015 fue conseguir el avance en las cuestiones sociales tan mermadas por la derecha. Algunos datos clarificadores: de los casi 600 millones de incremento del Presupuesto General de Navarra entre 2015 y 2019, un 70% se ha destinado a reforzar la inversión social en sanidad, educación y derechos sociales.
A diferencia del Gobierno del Partido Popular, que hasta la moción de censura continuó con los recortes sociales, el cambio en Navarra pudo reorientar el rumbo poniendo su mirada en el avance de los derechos sociales. Esto ha sido posible por un lado debido a una mejora económica superior a la media del Estado y por otro lado gracias a las reformas fiscales progresistas. Estas reformas han permitido generar más ingresos, dando lugar a un sistema más justo y equitativo, que consigue un mayor esfuerzo de quien más tiene y más gana. Como apunte económico señalar que la inversión social y la fiscalidad progresista, lejos de traernos un “apocalipsis económico” como auguraban las derechas políticas y económicas, han contribuido a que Navarra lidere el crecimiento económico del Estado, tenga la menor tasa de paro y haya comenzado a reducir su importante deuda pública.
La pregunta que cabe hacerse hoy es si los Presupuestos Generales de Navarra en 2020 siguen esta estela de mejora y refuerzo del cambio social iniciada en la anterior legislatura o si, por el contrario, dicho presupuesto ha cambiado sustancialmente su orientación. Pues bien, se puede decir con claridad que estamos ante unos presupuestos que refuerzan el cambio social. De hecho el nuevo presupuesto para 2020 es el que más crece en términos absolutos de los últimos cinco años, alcanzando un incremento de 240 millones de euros. Sirva un dato para valorar, y es que en la pasada legislatura, el mayor incremento presupuestario se produjo en 2017 con 225 millones de euros, siendo 2019 el ejercicio con el menor aumento, que fue de 127 millones de euros.
En cualquier caso, para una adecuada valoración es fundamental analizarlo en su conjunto, ver su distribución por departamentos y conocer las prioridades políticas a desarrollar. En este caso, tras este análisis más profundo, este proyecto para 2020 también sale bien parado. Y es que son precisamente las áreas sociales -sanidad, educación y derechos sociales- las que más crecen, por encima de la media. De hecho, tras el proceso de enmiendas, el presupuesto para Sanidad crece cerca del 7%, el de Educación un 9,5% y el referido a Derechos Sociales algo más del 5%.
Pero no todo son valoraciones satisfactorias. Como aspectos más criticables encontramos algunas cuestiones referentes a la fiscalidad y la definición de algunas prioridades.
En el primer aspecto hay que mencionar que, en contra de nuestro criterio, se ha suprimido el Impuesto del Patrimonio empresarial. Aunque pueda entenderse como una cuestión más simbólica que otra cosa -apenas cinco millones de euros de recaudación- reducir la presión fiscal a quienes más tienen no es una medida política precisamente progresista. Otro tanto cabría decir de la negativa del Gobierno a alcanzar una mejora de la recaudación efectiva a través del Impuesto de Sociedades a las grandes empresas. Algo que, en todo caso, tampoco se consiguió la pasada legislatura por el rechazo de Geroa Bai.
Finalmente, cabe mencionar que hay otros muchos aspectos que no compartimos en este proyecto, como el incremento excesivo de los conciertos con centros privados tanto en sanidad como educación, la falta de apuesta decidida por una banca pública, o un incremento insuficiente de la promoción de vivienda de alquiler social pública o las ayudas a la dependencia. Cuestiones entendibles dadas las particularidades y diferentes enfoques que tenemos las fuerzas políticas implicadas, pero que no por ello vamos a dejar de hacer notar.
Obviamente se podrá decir que los presupuestos podrían haber sido más expansivos si se hubiera hecho una reforma fiscal más ambiciosa, eso siempre es posible y deseable desde la izquierda. Ahora bien, lo que no se puede ocultar es que este presupuesto de 2020 es el más expansivo desde el cambio en 2015.
Con estos datos a Batzarre nos parece lógico y coherente que desde Izquierda Ezkerra apoyemos el proyecto de presupuestos generales para Navarra 2020, sin ningún género de dudas.
Será necesario empujar hacia la izquierda, corregir y presionar para ir a por más, sin duda. Pero, siendo el escenario político de pacto plural entre los grupos firmantes del acuerdo programático y EH Bildu tan positivo y deseable en términos de convivencia y de freno a gobiernos de derecha, igualmente positiva y coherente con la trayectoria anterior es la senda que inicia este presupuesto de Navarra para 2020.
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