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La unión de las izquierdas en el nuevo tiempo político, mucho más que la suma de partidos. Por Patricia Abad, Olga Risueño e Iñigo Rudi.

Nadie pone en duda que el 15 de Mayo de 2011 generó un antes y un después en el espacio político y social de la izquierda en España. Las extraordinarias movilizaciones que se extendieron por todo el territorio fueron generadas por una crisis social, económica y política de envergadura gestada tiempo atrás. Se abrió pues un nuevo tiempo político que nos emplazó a las organizaciones de izquierda a recolocarnos ante el nuevo panorama. Precisamente recogiendo la pulsión del momento, en Navarra, Izquierda Unida y Batzarre constituimos acertadamente la coalición Izquierda-Ezkerra para las elecciones de Mayo de 2011 con unos resultados satisfactorios.

 

El nacimiento de Podemos, que obtiene 5 escaños en Europa en su primer reto electoral de las elecciones de Mayo de 2014, supone el punto de partida de un nuevo y determinante partido político que nos obliga al resto a reajustar nuestros planes en un tablero político que se remueve en su integridad y en el que a partir de entonces nada será como fue. Azuzada por los efectos de la crisis económica que nace en el 2008 y se prolonga hasta nuestros días, se puede decir que desde los primeros años de la transición la izquierda nunca había alcanzado cuotas tan importantes en el plano político y social. Esta situación nos coloca ante nuevas responsabilidades que no podemos eludir.

 

La primera de las tareas a las que unos y otras nos vemos emplazados es la necesidad de buscar las formas más idóneas para avanzar hacia la confluencia que sea posible y hacer rentable el importante capital político que surge, porque la experiencia nos dice que el sectarismo, la prepotencia y las guerras intestinas no nos llevan a ninguna parte. Un agrupamiento que, en la medida en la que se vaya avanzando, gane en el  respeto a la diversidad y en ánimo claramente integrador. Una tarea que no es sencilla y puede requerir tiempo, pero que es el camino que habremos de transitar inexorablemente.

 

Partimos de que la experiencia de Izquierda-Ezkerra merece un balance positivo. Se trata de una coalición que se ha ido forjando y consolidando a lo largo de 8 años y que proyecta una imagen solvente y competente de sincronización y trabajo. Ha consolidado su espacio político-electoral y, creemos, es  bien recibida en las izquierdas de Navarra.  Es pues, para Batzarre, un punto de partida y nuestra primera apuesta electoral ante las incertidumbres que imperan en el escenario político actual.

 

Pero al mismo tiempo – si se dan las condiciones adecuadas – estamos interesados y abiertos a nuevos entendimientos y acuerdos que ensanchen y hagan más rentable el quehacer político en el que nos desenvolvemos y poder así responder positivamente a la demanda de agrupamiento que surge desde importantes sectores de la izquierda. No es tarea fácil, pero habremos de intentarlo una y otra vez. Ahora y en el devenir toca seguir trabajando y sortear las dificultades que se presenten, tanto desde la realidad política y social, como desde nuestras propias inercias.

 

Lo que hemos experimentado hasta ahora ha tenido sus luces y sombras. Las  confluencias en las elecciones generales (Podemos. Equo, IU, Batzarre) de 2016 obtuvo unos resultados excelentes (segunda fuerza en Navarra, 2 Parlamentarios y un Senador) pero el entendimiento entre las organizaciones que formábamos parte de la coalición ha tenido sus más y sus menos, sin llegar a sentar las bases para profundizar y avanzar en el encuentro en un futuro.

 

Pese a todo, lo cierto es que en la legislatura que transitamos, la suma de Podemos e Izquierda-Ezkerra alcanzó 9 puestos en el Parlamento de Navarra, lo cual demuestra que existe un amplio espacio social y político para la izquierda no abertzale, que no podemos perder de vista.

En este terreno, uno de los déficits más destacados a lo largo de la andadura que hemos recorrido durante estos años en el Parlamento de Navarra, ha sido la escasa proyección de una imagen de encuentro y confluencia entre ambos espacios electorales pese a compartir el “Gobierno del Cambio” y tener un alto porcentaje de coincidencias en nuestras propuestas programáticas. Nos queda, pues, mucho camino por recorrer en la vía de la comunicación, el diálogo y el entendimiento hasta donde sea posible entre Podemos, IU y Batzarre.

 

Las próximas elecciones de Mayo de 2019 tienen para nosotras y nosotros una gran trascendencia. La realidad nos coloca ante un emplazamiento y un reto que tenemos que afrontar en común porque la responsabilidad es compartida. ¿Seremos capaces de dar prioridad al diálogo generoso, a la empatía y al reconocimiento mutuo frente al sectarismo y la prepotencia? En las próximas semanas iremos despejando esta incógnita que es de vital importancia. Si hacemos las cosas bien, las importantes cuotas de responsabilidad institucional que alcancemos pueden ser un factor determinante para hacer que el próximo Gobierno de Navarra profundice en las demandas que desde la izquierda venimos reclamando y que siguen pendientes pese a los avances obtenidos durante estos años.

 

El reto es de envergadura y, ante lo fluctuante del escenario político que vivimos aquí y en el resto del mundo, tenemos que aprovechar las interesantes posibilidades que presenta el momento actual, porque puede que la historia no vuelva a ofrecérnoslas y tengamos que lamentarnos. En nuestras manos está.

 

La personas que firman este artículo ocupan la portavocía de Batzarre.