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«Más diálogo y más negociación para más nueces.» Por Edurne Eguino. Respuesta por alusiones a “Mucho diálogo y pocas nueces» de Enrique Maya

Dedicar un texto completo a descalificar la palabra diálogo, como ejemplo de manipulación que genera desconfianza en la clase política, para terminar reivindicando el mismo y denostado diálogo, aunque sólo entre quienes comparten objetivos, convierte el texto del ex-alcalde Maya en ejemplo de lo que intenta criticar: un discurso vacío, sin una sola propuesta concreta y sin solución a problema alguno, porque además no describe los problemas y niega a quienes no piensan como él, no sólo ser parte de la solución sino siquiera la mera participación en el diálogo.

 

Dignificar la política hoy en día, pasa precisamente por reivindicar el diálogo, la negociación y el acuerdo, siempre insuficientes y siempre necesarios, para responder a los problemas reales de una sociedad que cada vez es más plural, más diversa y más exigente con respecto a la clase política.

 

El cuatripartito que ha gobernado Pamplona durante 3 años hizo alcalde a Asirón con objetivos concretos que les hacían coincidir en lo fundamental y plasmados en un acuerdo programático de 146 puntos y refrendados por los votos de una mayoría social y de una mayoría de Pleno, con 14 votos sobre 27. Por tanto, estamos de acuerdo en que la democracia se basa en acuerdos mayoritarios sobre objetivos concretos.

 

Enrique Maya no pudo ser alcalde en 2015 porque no consiguió votos suficientes ni acuerdos con otros grupos que consiguieran esa mayoría necesaria. Y sí fue alcalde en 2011-2015, aunque en minoría y dejando fuera a la mayoría  que ahora crítica.

 

Si en Cataluña se ha llegado a la fractura política y social actual ha sido precisamente por la falta de diálogo que ha existido en los últimos años, con un PP enrocado en el autoritarismo y en la intervención directa, sin diálogo, sin negociación y sin acuerdo ninguno, como expresión del máximo de los fracasos de la política. Si en Cataluña hace falta algo es diálogo, es negociación y más diálogo y más negociación.

 

Si hay una palabra que define el quehacer político, esa es la palabra diálogo.

 

Al contrario de lo que opina el ex-alcalde Maya, el diálogo es más necesario cuanto más diferentes sean las posiciones de partida. Negar el diálogo cuando los objetivos de las partes son distintos es tanto como renunciar a la política como medio para resolver los problemas. Debe existir diálogo siempre con todos y todas, y además debe negociarse hasta alcanzar los acuerdos necesarios para abordar y resolver los problemas de la gente.

 

Renunciar al diálogo y a la negociación antes de alcanzar acuerdo alguno, es tanto como abrir la puerta a otras formas de resolución, necesariamente más autoritarias, porque suelen negar la existencia de la otra parte o incluso a métodos más violentos y represores, que siempre evidencian el fracaso de la política, con consecuencias sociales negativas.

 

Si no hay acuerdo no será por demasiado diálogo como reclama el ex-alcalde Maya en el título de su artículo, sino precisamente porque el diálogo ha sido insuficiente y/o porque no se ha negociado lo suficiente y por tanto sólo queda seguir dialogando, seguir negociando, hasta alcanzar el siempre necesario acuerdo que permita avanzar en la resolución de los problemas.

 

Al ex-alcalde Maya le gusta definirse como representante de la mayoría social, porque su partido obtuvo el mayor número de votos en las pasadas elecciones municipales, cayendo así en la manipulación de las palabras que dice criticar y parece alinearse con EHBildu y Geroa bai en su gusto por la imposición de las mayorías sobre las minorías.

 

Qué poco se acuerda Maya de los 4 años en los que su «mayoría social», igual que ahora, no alcanzaba para ser también mayoría absoluta en el Pleno municipal. Su postura anti-diálogo y anti-negociación le impidió entonces, conseguir aprobar presupuestos en el Pleno durante 4 años seguidos, demostrando así el fracaso de dicha postura.

 

Seguro que más de una vez deseó tener un voto más que sumar a los 13 que sumaban entonces UPN y PP y seguro que nunca pensó que su alcaldía dejaba fuera a la mayoría social y a la mayoría del Pleno.

 

O mejor aún, le hubiera gustado como está intentando ahora el PP, disponer de una ley que solo permitiera gobernar a la lista más votada, aún sin mayoría plenaria.

 

No parece que desde entonces el ex-alcalde Maya haya reflexionado mucho sobre lo que hace falta para que haya diálogo, como se  plantea una negociación y qué hacer para que ésta acabe en un acuerdo fructífero.

 

Un diálogo y una negociación que se basan en la imposición de las mayorías sobre las minorías para llegar a acuerdos no son dignas de llamarse tales. Una negociación que no reconoce la aportación de las minorías, para conseguir alcanzar la mayoría necesaria no es tal.

 

Tener objetivos comunes y concretos facilitan el diálogo, la negociación y los acuerdos.  Sobre esa base Izquierda-Ezkerra contribuyó y sumó junto con los otros tres grupos políticos, hasta conseguir el Acuerdo Programático firmado a cuatro en 2015 y sumando con ello los 14 votos que han definido hasta ahora  la mayoría social y la mayoría en el Pleno.

 

En I-E seguimos comprometidos con las medidas y objetivos de aquel Acuerdo Programático. Aun habiendo sido expulsados del gobierno municipal pensamos que dicho Acuerdo nos compromete con la mayoría social que nos votó en 2015. Faltaría saber si a día de hoy piensan lo mismo EHBildu y Geroa bai.

 

Si su agenda de gobierno en minoría va a basarse en ese mismo Acuerdo Programático podremos verlo en los próximos meses en los que deberán demostrar que son capaces de dialogar y de negociar, hasta llegar a los necesarios acuerdos mayoritarios o por el contrario si asistiremos al mismo fracaso de la política que protagonizó el ex-alcalde Maya, la legislatura pasada.

 

El ex-alcalde Maya, al igual que Asirón han podido comprobar en primera persona que su receta de exigir a las minorías sumisión a las mayorías relativas, sin más diálogo ni negociación, no funciona, porque no es suficiente.

 

Para que el diálogo y la negociación fructifiquen en acuerdos válidos hay requisitos imprescindibles, como el reconocimiento mutuo entre las partes, la capacidad de argumentar sobre el interés común, y la de ser flexibles para responder a la pluralidad del conjunto de las partes. En eso consiste la política con mayúsculas, la que de verdad se vuelca en resolver los problemas reales de la gente.